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17
abril
2020

HISTORIA Y PATRIMONIO

El potencial turístico de los yacimientos arqueológicos entendidos como un espacio regional, no aislados del entorno

En una conferencia online organizada por la 'Asociación GClub', el historiador de Barajas de Melo, Álvaro Piña, repasa algunos de los numerosos asentamientos de una zona que fue un "cruce de caminos"

Destaca el posible campamento de época de Pompeyo (siglo I a.C.) en los terrenos de la finca ‘El Cocedor’, según la investigación de los arqueólogos María José Bernárdez y Juan Carlos Guisado

EPICA Barajas de Melo

Redacción

La actual coyuntura de crisis sanitaria mundial, con un virus que no sabe de fronteras, debe servir para hacernos entender que los municipios no son entes independientes, sino que su fortaleza reside en su interacción con el entorno. Es el caso de Barajas de Melo, especialmente significativo por su condición histórica de límite geográfico, actualmente entre las comarcas conquenses de la Alcarria y la Mancha, aunque administrativamente pertenece a la primera. Por este marcado carácter fronterizo, se trata de una zona con numerosos asentamientos arqueológicos que abarcan una cronología muy amplia pero cuyo potencial turístico “no puede entenderse de forma aislada sino como un espacio regional”.

Así lo considera el barajeño Álvaro Piña, con estudios de Historia y un Máster de Arqueología, que en 2017 constituyó, junto a sus compañeros Marcos Ruiz y Joaquín Checa, la asociación sin ánimo de lucro ‘Estudios de Patrimonio e Investigaciones Científico-Arqueológicas’ (EPICA) con el objetivo de centrarse en el estudio y difusión del patrimonio a través de la arqueología. Como ya explicó entonces a esta redacción (ver Alcarria Es Más, 26 de septiembre de 2017), aunque su idea era empezar en Barajas de Melo, no querían centrarse solo en esta localidad sino “comprender las dinámicas del territorio, ver cómo evolucionan las diferentes áreas sin limitarse a los espacios político-administrativos actuales”.

Asociación GClub Barajas de Melo

Durante la conferencia online ofrecida ayer desde la página de Facebook de la 'Asociación GClub' —que hoy ha programado otra sobre cuidado corporal para amenizar el confinamiento (ver cartel)—, Piña aclaró que todavía no han conseguido ningún permiso para realizar alguna excavación por lo que han recopilado información con prospecciones superficiales para no invadir el terreno como referencias tomadas con GPS o imágenes áreas. Con los resultados documentados con estas realizó un recorrido histórico a través de los yacimientos arqueológicos de un municipio que se encontraba en un “cruce de caminos” pues en él se unían dos de las principales vías que estructuraban el centro peninsular: la que desde Complutum (actual Alcalá de Henares, en Madrid) pasaba por Caraca (Driebes, en Guadalajara) se dirigía hacia Segóbriga (Saelices, en Cuenca) y finalizaba en Cartago Nova (Cartagena, en Murcia) y la que desde Segóbriga continuaba en dirección norte hacia Segontia (Sigüenza, en Guadalajara), cobrando especial importancia con la fundación de Recópolis (Zorita de los Canes, en Guadalajara) en época visigoda.

EPICA Barajas de Melo

Imagen de la presentación realizada por Álvaro Piña (EPICA).

Durante siglos fue un territorio de tránsito en el que dejaron huella las diferentes ocupaciones que explotaron el medio aprovechando recursos naturales como las fuentes agua naturales (con el río Calvache articulando el poblado), las explotaciones agrícolas como el esparto y las mineras de sal y lapis specularis (mineral traslúcido que los romanos utilizaron principalmente para cerrar ventanas, a modo de cristal), estas últimas situadas a cuatro kilómetros en la zona este de la Sierra de Altomira.

Entre los asentamientos, el historiador destacó el reciente estudio de un posible campamento de época de Pompeyo (mediados del siglo I a.C.), de unas 20 hectáreas, en el meandro del río y en los terrenos de la finca conocida como ‘El Cocedor’, según los materiales encontrados —muchos fueron expoliados en los años 80—, entre ellos un proyectil que también tenía objetivo propagandístico, como recoge la investigación sobre las guerras civiles romanas en el entorno de Caraca publicada por los arqueólogos María José Bernárdez y Juan Carlos Guisado y presentada en el Congreso sobre este yacimiento celebrado en Driebes en noviembre de 2019.

Presentación completa de la conferencia organizada por la Asociación GClub.

'El Salobral' fue otra zona comentada por Piña pues tienen constancia de salinas documentadas en época medieval y su presencia es muy importante ya que la sal es "el único mineral que se puede comer y además sirve para la ganadería pues mejora el proceso de digestión de los animales". Las principales salinas de la zona fueron las de Belinchón y en torno a ellas se han hallado una gran cantidad de yacimientos de época romana gracias a los materiales encontrados, entre ellos cerámica probablemente relacionada con la cocción de la sal. También de este periodo, próximo a la vía que unía Segóbriga con Segontia y cerca de explotaciones de lapis specularis, se ha documentado el yacimiento de San Julián, donde se han registrado restos de tejas y piezas romanas (terra sigilata) con el sello del alfarero que había realizado la producción.

Asimismo, el historiador barajeño habló de los vestigios del siglo V situados sobre el cerro ‘Loma del Espinazo’, cuando los visigodos reocuparon los antiguos castros o asentamientos en altura para controlar el territorio. Aún se pueden ver estructuras en superficie, construcciones, terrazamientos y las tumbas de la necrópolis, expoliada pero con huecos del cajeado. A partir del siglo VIII, con la conquista musulmana, Piña señaló que la realidad cambia con la creación de espacios irrigados, siendo la zona del río Donace la principal de los asentamientos. La población se trasladó al cerro del Egido y al del Castillo, ya dentro del pueblo, como zona defensiva.

EPICA Barajas de Melo

'Loma del Espinazo', emplazamiento visigodo en el siglo V. Foto: EPICA.

El historiador añadió cómo ya en el siglo XII los señores feudales necesitaron repoblar la zona con una producción abundante que generase excedentes y les permitiera cobrar tributos y surgieron asentamientos como el despoblado de Lobinillas —donde se han documentado restos de la ermita y de las viviendas en torno a ella—, Barajas de Suso (o arriba), correspondiente al despoblado San Bartolomé, Barajas de Yuso (o abajo), ubicada en los villares de La Ventosilla, y el actual emplazamiento de Barajas de Melo, que entre el XIV y el XVI ya aglutinó a toda esta dispersa población.

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