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8
marzo
2019

TURISMO

14 años alojando a enamorados en Caracenilla

Fomentar que las parejas se amen, y a la vez se enamoren de Cuenca, es el lema de María Sánchez Mena, propietaria del hotel rural romántico 'La Casa del Canónigo', un inmueble Patrimonio Histórico del siglo XVII

Por este alojamiento han pasado casi 40.000 personas, haciendo realidad el sueño de una extremeña que ha luchado desde que llegó contra viento y marea por intentar integrar y hacer comarca y provincia

Casa del Canónigo Caracenilla

María en la recepción de 'La Casa del Canónigo'.

Mónica Raspal Jorquera, enviada especial a Caracenilla

“Se trata de que la gente se ame”. Con esta afirmación resume María Sánchez Mena el sentido del proyecto con el que soñaba “desde pequeña” y que materializó hace casi 14 años en forma de hotel rural romántico en Caracenilla. Y es que, como pudo comprobar Alcarria Es Más durante su visita, el amor y el cariño es algo impregna el ambiente de ‘La Casa del Canónigo’, no solo en su estética y decoración sino también en la atención y delicadeza de su propietaria y del resto del personal. Tanto que los huéspedes se llevan su correspondiente ‘Certificado de amor-amor’ e incluso existen “niños canónigos” cuya vida quizá se gestó entre las paredes de esta casa del siglo XII catalogada como Patrimonio Histórico por la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha que conserva las piedras originales y los techos en arco propios de la comarca.

Casa del Canónico Caracenilla

Patio con encanto en el alojamiento. Foto: La Casa del Canónigo.

Guiada por esa pasión que nos lleva a cometer “locuras” sin miedo y sin desfallecer ante las adversidades, María se lanzó en 2003 a la aventura de convertir un inmueble en mal estado —prácticamente un pajar de techos carcomidos— y situado en un pequeño y desconocido pueblo de la Alcarria conquense, en un establecimiento por el que ya han pasado casi 40.000 personas que gracias a él han conocido Caracenilla, han comido en su restaurante y han visitado su quesería, entre otros negocios de la zona. Aficionada al mundo del vino, la existencia de la bodega obró “el milagro” que la llevó a hipotecarse y a trabajar día y noche sin descanso durante unos comienzos que define como “apasionantes”.

Casa del Canónico Caracenilla

En la bodega, María realiza un pequeño curso de cata de vinos, todos de Cuenca.

No sin cierta lucha (verbal y judicial) con el dueño que le vendió ambas propiedades, consiguió rehabilitar e incorporar al hotel esa bodega histórica, recuperando su entrada original y conservando sus cuatro tinajas de finales del siglo XVII. En ella realiza catas para sus huéspedes enseñándoles de una forma práctica y sencilla a probar y diferenciar los sabores, olores y colores de los vinos, todos de la provincia de Cuenca y especialmente de “bodeguitas pequeñas y familiares”. Porque si hay un aspecto que caracteriza su filosofía de negocio es el de hacer comarca y provincia.

Casa del Canónico Caracenilla

Los asistentes a la cata se llevan un antigoteos corporativo de regalo.

No todos sus vecinos lo entendieron así cuando llegó a Caracenilla, donde asegura que la recibieron “con desconfianza”. Ahora, cuando llena sus habitaciones, alquila los apartamentos de otros alojamientos del municipio, aunque matiza que mantener esta relación de colaboración con ellos le ha costado “tiempo y trabajo”. Y es que muchos se preguntaban qué hacía una extremeña de Don Benito (Badajoz) en aquel rincón de la Alcarria de Cuenca. Según ha narrado a esta redacción, todo comenzó con un compás. Con el trazó un círculo de 150 kilómetros en un mapa de carreteras alrededor de Madrid, donde entonces vivía y trabajaba en una empresa de servicios. Su sueño era montar su propio negocio y tenía claro que este sería un hotelito rural que tuviera todo aquello que ella quería encontrar en un alojamiento.

Casa del Canónico Caracenilla

Los alojados pueden poner en práctica lo aprendido sobre vinos en la cena degustación. Foto: La Casa del Canónigo.

Durante dos o tres años recorrió municipios de provincias como Ávila y Segovia hasta que el destino la llevó a este pueblo de Cuenca y su histórica "casa del canónigo", que abrió solo nueve meses después de comprarla ("como un embarazo") con siete habitaciones pero aún sin el spa y el acceso a la bodega, que habilitó con una ampliación posterior. María siempre la planteó como una “casa romática” pese a que en aquel momento apenas existían en nuestro país los “hoteles solo para adultos”, algo que alimentó las más variadas “especulaciones” de la población local, avivadas por el rojo pasión de su fachada.

Casa del Canónico Caracenilla

Tiene dos zonas de spa ambientadas con velas y música. Foto: La Casa del Canónigo.

“Todo lo que puedo hacer por la provincia, lo hago, e intento integrar para devolver al pueblo todo lo que me ha dado la casa. Yo he conseguido lo que quería. Me inventé este negocio cerca de Madrid y Valencia y lo pasamos muy bien trabajando”, señala destacando otro de sus potenciales: un clima profesional pero cercano y cordial. Es el ambiente y el espíritu de un hotel diferente en el que sus alojados no solo buscan desconectar en un entorno de paz, sino también conocer la provincia (sobre todo Segóbriga, Uclés y Cuenca capital) y realizar actividades de aventura (rutas en quad o a caballo). Además, pueden poner en práctica lo aprendido sobre vinos con el maridaje de la cena degustación, relajarse en las dos zonas de spa ambientadas con velas y música y descansar en sus nueve habitaciones “con carácter” pues son distintas en sus formas, colores y olores pero todas “cálidas, silenciosas” y cargadas de su propia “simbología numérica”. Son detalles que marcan la diferencia y que hacen de ‘La Casa del Canónigo’ un lugar para enamorarse.

Casa del Canónico Caracenilla

Sus 9 habitaciones son distintas en sus formas, colores y olores. Foto: La Casa del Canónigo.



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