El artista y escritor firmando ejemplares de su novela. Foto de de La Tribu de Kongarti.
Mónica Raspal Jorquera
Pintar y dibujar son aficiones que Alberto Alcocer Falcón cultiva desde su infancia, aunque no se dedica profesionalmente a ello. Sin embargo, ambas disciplinas parecen servirle para crear sus propios universos, mundos ficticios de criaturas imaginarias agrupados en su propia tribu iconográfica, en el caso del diseño, y en forma de nuevas especies entre lo animal y lo humano en su primer libro publicado. Se trata de ‘El códice perdido', una novela fantástica pseudo medieval que da inicio a la saga ‘El sexto reino’, cuya segunda entrega ya tiene escrita, tratándose de la misma historia pero con un salto generacional, según ha explicado a esta redacción.
Presentación de la novela en el Auditorio de Villalba del Rey a cargo del periodista local David Romero.
Aunque nació en Córdoba —donde solo vivió seis meses— porque allí estaban trabajando entonces sus padres, ambos son Villalba del Rey, alcarreño conquenses como el resto de su familia de Cañaveras y Tinajas. De hecho, Alcocer ha estado viviendo en su pueblo los últimos 10 años y el Auditorio Municipal de Villalba del Rey fue el lugar de presentación de su obra, pues cuenta con el apoyo del Ayuntamiento y el respaldo de los vecinos. Afincado ahora en Cuenca capital, en la novela también ha querido promocionar y rendir homenaje a esta ciudad inspirándose en ella a la hora de describir una de las metrópolis principales de la historia, eso sí, añadiéndole costa. “Aparece un acantilado en el que los edificios crecen hacia abajo como pasa en los rascacielos de San Martín y salen las Casas Colgadas pero con otro nombre”, aclara.
Los lectores podrán vivir a través de sus páginas “una trepidante aventura en un mundo fantástico”, llena de “giros narrativos”, donde personajes diferentes se unen para combatir el mal destapando rencillas del pasado y librando luchas de poder y cruentas batallas, una temática que, según el escritor, no se dirige solo a un público juvenil. Además de estar a la venta —hasta ahora con buenos resultados— en todas las principales plataformas digitales, el autor apunta que también puede comprarse en las librerías de toda España e incluso de Italia, origen de la editorial Europa Ediciones, que tiene sedes en otras ciudades europeas como Londres y Berlín.
Primer mural en un lugar público pintado por Alberto Alcocer en la piscina de Villalba del Rey.
Pero si por algo es conocido este artista en la provincia es sin duda por sus tribuñecos, unos seres que se asentaron en la zona en el verano de 2017, cuando invadieron una de las paredes de la piscina municipal de Villaba del Rey. Fue el primer mural en un espacio público que encargaron a “Kongui” o "Kongo" —como le conocen en esta localidad— pero pronto le siguieron otros como el que pintó en la entrada a la mítica sala Jai Alai y las peñas el KAllejón y El gajo amargo. También los dueños del Bar Huete le pidieron un cuadro para decorar el local y esta “aceptación de los paisanos” le generó “una fuerza inmensa de ganas para seguir adelante e intentar cruzar las invisibles fronteras de la comarca”.
Sus tribuñecos en todo tipo de productos están a la venta en www.latribudekongarti.com.
Tanto que “lo que comenzó como un pasatiempo se convirtió en una forma de vida”, relata en su web www.latribudekongarti.com. Gracias a esta, ‘La tribu de Kongarti’, nombre que adoptaron sus creaciones, se ha extendido por otras provincias como Guadalajara y Madrid en forma de lienzos, tazas, ceniceros, gorras, chanclas...y hasta un porrón y un botellín de Mahou. Incluso estuvo presente en Arabia Saudí con la deportista Mónica Plaza que durante su competición en el Rally Dakar 2020 junto a su padre lució en su casco “un precioso asentamiento con tribuñecos con mucho significado para la corredora" como la Torre Mangana, la Catedral de Cuenca o el Castillo de Aliaga, lo que “dio fuerzas a esa familia desde dentro de la cabina de su coche”.
También podéis ver sus creaciones en sus páginas de Facebook e Instagram.
Lienzo para una cervercería de Guadalajara, casco de Mónica Plaza y botellín y porrón decorados.