Tras las huellas de una Alcarria por descubrir, la conquense
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Ermita de San Sebastián de Huete. Foto: David Gómez.
M. Raspal Jorquera
Para dar servicio a la gente de su pueblo y por devoción a la Virgen de los Desamparados, durante 20 años Elia Pastor se ha encargado de forma voluntaria del cuidado y mejora de la Ermita de San Sebastián, situada al final del Parque de la Chopera y propiedad del Ayuntamiento de Huete. Y afirma con orgullo que esta dedicación es un legado de su padre, quien siempre se preocupó por las necesidades de la iglesia de su pueblo, Vellisca.
Como ha explicado a esta redacción, siempre ha tenido que “buscarse la vida” con “sudor y lágrimas” para conseguir financiación con la que realizar reformas, aunque agradece el apoyo de su marido e hijos, que le han echado una mano cuando lo necesitaba. Actuaciones de los consistorios anterior y actual solo recuerda la obra del campanario de hace 15 años y el retejado de la cubierta y la mejora del entorno de 2013. El resto ha sido iniciativa suya como la adquisición de un lamparillero, la pintura del interior y exterior de las puertas, el pulido del suelo, el diseño y la compra de los apliques de la luz, las peanas para las imágenes y los bancos.
Noche de vela a la Virgen de los Desamparados en la ermita. Foto: Elia Pastor.
Asegura que todo lo ha sufragado con las donaciones de los vecinos, la recaudación del lamparillero y otras actividades como 'La Vela', el segundo fin de semana de septiembre, cuando se reza a la Virgen de los Desamparados —aunque la ermita sea de San Sebastián— y después la gente se queda velándola junto a una hoguera. Elia Pastor se inventó una chocolatada con torta que ella misma organiza y reparte en la puerta. Para comenzarla pidió una ayuda que el Ayuntamiento le denegó y finalmente consiguió que el panadero le rebajase las tortas y que varios anónimos le regalaran el chocolate, la leche y una cesta para rifar. Aclara que al principio el chocolate lo hacían cada año en una casa del vecindario pero al final se cansaron y acabó haciéndolo en la suya con la ayuda de alguna vecina.
Detalle de las puertas de la ermita. Foto: David Gómez.
Los dos últimos años ha luchado para que se realizara la restauración de las puertas, que se encontraban muy deterioradas, una actuación que ya está finalizando, sufragada también íntegramente con los fondos recaudados. En principio pensó en sustituirlas por unas nuevas hechas por los hermanos carpinteros de Huete pero supo que podría tener problemas con Patrimonio por no restaurarlas. Por ello relata que el concejal optense y diputado Francisco Doménech le puso en contacto con la empresa Da Vinci Restauro —que está realizando otros trabajos para la Diputación de Cuenca bajo la asesoría y supervisión de los técnicos del Centro de Conservación y Restauración—, quienes le dieron un presupuesto asequible y han estado dos meses trabajando en su desinsectación (eliminación de insectos), consolidación y decapado, habiendo eliminado hasta cuatro capas de pintura.
Doménech también le proporcionó maderas viejas procedentes de las reparaciones que se están llevando a cabo en los conventos de Santo Domingo de Guzmán y La Merced para la reconstrucción que ahora está desarrollando el carpintero Luis Martínez, eliminando reparaciones anteriores y acometiendo el saneado, cerramiento de grietas, estabilización de elementos metálicos y protección y conservación preventiva.
Andrés, restaurador de la empresa Da Vinci Restauro, que se ha encargado de las puertas de la ermita.
Pastor, que en su día se encontró una ermita abandonada, hoy se siente “muy orgullosa” de todo lo que ha conseguido y de que este templo vuelva a estar disponible para vecinos y visitantes. Desde finales de mayo hasta finales de septiembre se encarga de abrirlo y cerrarlo por la mañana y por la tarde para que puedan entrar, ya que es mucha la gente que se acerca hasta él. Además, quiere que su labor sirva también como homenaje a quienes eran muy devotos de la Virgen de los Desamparados, su tía Jacinta Pastor y a su amigo Jesús Corpa, fallecido hace unos años y quien siempre le apoyó junto a su mujer en estas tareas de conservación.
Historia de una ermita que recibió a Felipe III
Las puertas de la Ermita de San Sebastián tienen su origen en la edificación actual que fue reconstruida en 1737 —la anterior fue levantada en 1736 rodeada de un jardín de la época de los Austrias, con dos paseos de chopos que acababan en ella—, un inmueble de una sola nave y dos tramos cubiertos por bóvedas de artista con decoración rococó en las claves y fachada exterior de medio punto en sillería. En este lugar la ciudad de Huete recibió al rey Felipe III en su visita en 1604 y en ella se rinde culto, además de a Nuestra Señora de los Desamparados, al Santísimo Cristo de las Injurias que, según la leyenda, descolgó un brazo como prueba de testimonio en un proceso judicial. Se conservan también los dos amplios paseos con especies de arbustos y árboles muy variadas entre las que predomina el chopo, que sustituyó a los olmos tras la plaga de grafiosis que acabó con ellos en los años 80 del siglo XX.
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