Elevando la Cruz de Naranjas en la iglesia de Garcinarro. Foto de Margarita Herrera.
Redacción
Los pueblos de la Alcarria conquense comparten, cada uno con sus particularidades, la mayor parte de las tradiciones de Semana Santa. Pero en Garcinarro se mantiene desde hace muchos años una única y original la noche del sábado al Domingo de Resurrección que tiene como protagonista una Cruz de Naranjas colgada de la fachada de la iglesia renacentista de Nuestra Señora del Sagrario. Según han explicado algunos vecinos a esta redacción, todo comenzó cuando un chico del pueblo se marchó a Valencia a cumplir con el servicio militar obligatorio —que entonces duraba tres años— y su madre, para que la virgen le protegiera y volviera a casa sano y salvo, le ofreció como promesa una pequeña cruz de hierro que aún conservan en el templo del pueblo.
La cruz de hierro en la iglesia de Garcinarro.
Desde entonces, los quintos de la localidad —los jóvenes que cumplen 18 años y antes tenían que irse a hacer la mili—, ayudados por los más veteranos, fabrican durante dicha noche una cruz de madera y sobre ramas de olivo le colocan dos ristras de naranjas (en alusión al destino valenciano del protagonista) que previamente han sido “cosidas” a modo de collar con un cordel de algodón o cáñamo. Al amanecer la cuelgan en lo alto de la entrada del templo para encender después una gran hoguera, una fiesta de la que disfrutan los garcinarreros, uniendo a varias generaciones para hacerla posible. Las naranjas las reparten después por las casas siguiendo la costumbre de recaudar fondos para estos quintos que antaño pasaban meses fuera de su hogar.
Los quintos encienden una gran hoguera junto al templo. Foto: Margarita Herrera.
Otros municipios mantienen la tradición de elaborar, colgar y después quemar a una representación de Judas, el apóstol que se ahorcó el domingo de Pascua tras traicionar a Jesús. Sin embargo, Albalate de las Nogueras destaca por colocar al muñeco en el extremo de un palo de grandes dimensiones, la viga, que alzan en la plaza del pueblo en la madrugada del Sábado Santo, una tarea “dura y complicada” que requiere del trabajo coordinado de muchas personas, durante cinco horas este año.
La viga queda vertical hasta que se deja caer. Foto enviada por Laura J. Vindel.
Como ha relatado Laura J. Vindel a este portal, aunque el Judas también lo elaboran los quintos y quintas del pueblo, necesitan a muchos albalateños que transporten sobre sus hombros la viga —en esta ocasión ha medido en torno a 23 pasos— hasta la plaza sin emplear ningún tipo de maquinaria. Tras colocar al pelele en uno de las puntas proceden a su levantamiento solo con la ayuda de cuerdas y unos pares de palos dispuestos en forma de x (las "tijeretas) hasta que la viga queda completamente vertical. El proceso culmina con la salida de la procesión del Domingo de Resurrección desde la Iglesia, momento en el que la viga se deja caer y el Judas rompe el cántaro de barro que forma su cabeza contra el suelo.
Los albalateños elevan la viga que este año ha medido unos 23 pasos. Foto enviada por Laura J. Vindel.
Sin comentarios