Tras las huellas de una Alcarria por descubrir, la conquense
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Texto y fotos: Mónica Raspal Jorquera, enviada especial a Huete
Varias mujeres que quieren encargar ramos de flores para la festividad de Los Santos, otras que preguntan por los precios de diferentes plantas como posibles regalos, muchas que piden consejos para darles los mejores cuidados e incluso dos turistas que se asoman a mirar. Durante la hora larga que dura la visita de esta redacción, unas diez personas han pasado por la ‘Floristería Zarzamora’ que la joven Raquel Corpa abrió hace casi un año en su pueblo natal, Huete. Ella es la primera sorprendida con este trasiego habitual desde que la puso en marcha, bastante intenso para un pequeño municipio y más teniendo en cuenta de que se trata, en apariencia, de un producto que no es de primera necesidad. Las floristerías más cercanas se ubicaban entonces en Tarancón y Cuenca. “Cuando no hay algo no se compra”, afirma tras haber corroborado que la demanda sí existía y ella supo detectarla cuando ayudaba y aprendía con su madre a hacer centros de flores para la familia y amigos y empezaron a recibir muchos encargos, tantos que el volumen aumentó hasta el punto de planteárselo como posible negocio.
Raquel aprobó el doble Grado de Ciencias Políticas y Sociología en Madrid pero quiso cambiar de aires y, pese a no haber cogido nunca una aguja, comenzó un Módulo Superior de Costura, Patronaje y Diseño, dando así rienda suelta a su vena más creativa y artística. Sin embargo, explica cómo ‘Floristería Zarzamora’ nació “gracias a la pandemia” de COVID-19 pues le cancelaron las prácticas que estaba haciendo en un taller y abandonó la ciudad para volver a vivir a Huete y apostar en serio por esta opción comercial. "Deprisa y corriendo" alquiló el local de la antigua pescadería de la calle Mayor y lo llenó de flores y plantas para abrir el Día de Todos los Santos, el momento de ventas más álgido del año en este sector. Después cerró para hacer reforma —quitando los azulejos con bordes de peces y gambas— y desde las pasadas Navidades la mantiene abierta de forma continua y con tanta actividad que no ha tenido tiempo para hacer más envíos fuera de la localidad y explorar otras áreas como la venta online. Durante lo peor de la crisis sanitaria, con confinamientos en casa y cierres perimetrales que impedían visitar a familiares, los encargos de flores y plantas para transmitirles ánimo y alegría se convirtieron en un atenuante de la tristeza de muchos vecinos, además de una gran fuente de trabajo para ella.
En una colorida y acogedora tienda con vistas a la Torre del Reloj que por momentos se transforma en un consultorio floral, Raquel conoce a todas las clientas por su nombre —una de las ventajas de la vida rural— y se nota que ellas confían en su criterio e incluso siguen los vídeos que cuelga en sus redes sociales explicando los cuidados de flores y plantas. Escuchándola cuesta creer que sea autodidacta y que antes no conociera ni los nombres de las plantas. La dedicación y el mimo con el que atiende, decora y difunde sus productos puede ser la clave de su éxito, lo que hace que casi todos giren la cabeza cuando pasan por un escaparate en constante cambio, que invita a entrar y comprar porque transmite tanta vitalidad como lo que alberga en su interior. Su idea es seguir incorporando otros artículos como jabones artesanales y ofrecer los de empresas locales que así lo quieran como los derivados de la lavanda de Lavandaña.
Aunque señala que los alquileres de locales “no son especialmente baratos” en una ciudad como Huete, matiza que la mayor inversión ha sido de tiempo y trabajo pues tampoco ha recibido ayudas económicas de ninguna administración pese a ser “mujer, joven y emprendedora rural”. Sí se ha visto respaldada por las asociaciones y la fundación de la localidad que le han encargado montajes para eventos de verano y “alguna cosilla” del Ayuntamiento. Y ahora que en los pueblos se han empezado a retomar las actividades habituales tiene en mente tiene contactar con otros consistorios de la zona y asistir a ferias y mercados.
La florista también es muy consciente de la gran importancia que tiene la difusión de su negocio en redes sociales, especialmente Facebook, que es muy utilizada por los vecinos de mayor edad, aunque también Instagram para llegar a todos los públicos. La actualización de sus cuentas con fotos cuidadas y vídeos muy didácticos es constante y en un futuro quiere tener una web para abrir la venta por Internet.
Y es que ella es un buen ejemplo de que con trabajo y constancia se puede sacar adelante una empresa en el entorno rural incluso cuando las circunstancias no parecen, a priori, de lo más favorables. Un año después, su floristería se ha convertido en un servicio más del municipio y de cara al próximo Día de los Santos, además de la ayuda de su madre, tendrá que contratar a una persona y alquilar una cochera para dar salida a la gran cantidad de pedidos que espera.
Raquel aclara que ella siempre se había imaginado su futuro en un pueblo porque cree que te tiene que gustar ese ambiente de contacto directo con la gente y la naturaleza, con sus ventajas y sus inconvenientes. Habiendo pasado una temporada en Madrid, considera “absurdo” vivir en una gran ciudad pues los gastos de vivienda son mucho mayores y los mejores momentos de ocio los ha pasado en Huete, donde las relaciones personales son más fáciles y cercanas, tanto que a veces “no hay mucha intimidad”. En cuanto a la opción de emprender en este ámbito, anima a otros jóvenes que tengan una idea a sacarla adelante poco a poco, apoyándose en familiares y amigos, creyendo en que “sí puede funcionar” como es su caso.
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