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8
septiembre
2021

PATRIMONIO

Razones para conservar los los chozos, bombos o cucos, “un éxito arquitectónico sin precedentes” ligado al ámbito rural

Estas construcciones en piedra seca con varios milenos de historia destacan por su carácter impermeable, antisísmico e incluso antiincendios, según el profesor e investigador Emilio Guadalajara

Se trata de un patrimonio etnográfico vinculado con la agricultura de subsistencia aunque en la Alcarria conquense encontramos buenos ejemplos de su relación también con la ganadería

Chozo Villalba del Rey

Chozo en Villalba del Rey. Foto de Alcarria Es Más.

Redacción

Pese a que de algunos no quedan ni restos, solo el topónimo como parte del acervo cultural, los chozos, bombos, cucos, ventorros o guardaviñas —entre los muchos nombres que los designan— que podemos ver por muchas zonas de Cuenca son unas construcciones en piedra seca con varios milenos de historia que supusieron “un éxito arquitectónico sin precedentes” y por ello se presentan múltiples trabajos de investigación en congresos nacionales e internacionales. De este arte que fue declarado Patrimonio Intangible de la Humanidad en 2018 a petición de siete estados, entre ellos España, habló el profesor e investigador Emilio Guadalajara en la III Jornada de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural celebrada en Montalbo el pasado 7 de agosto.

En la conferencia que ha colgado en su canal de Youtube, Guadalajara expone las principales razones para conservar lo que queda de una arquitectura ligada el ámbito rural —una parte en estado de abandono— de la que hablaba incluso Cervantes en boca del Quijote. El profesor explica que es común el uso de la piedra autóctona (yeso, caliza, caliche, arenisca…) y el barro como argamasa, siendo de planta circular ligeramente ovalada y habitáculo único y teniendo una cimentación mínima o nula. Aunque señala que son de diferentes formas según la localidad, predomina en ellas el muro sobre el vano (tienen solo una puerta y si acaso una pequeña ventana y una chimenea) y la falsa cúpula realizada por aproximación de hiladas sin andamios ni cercha (armazón).

Conferencia de Emilio Guadalajara en la III Jornada de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de Montalbo.

Para descubrir su origen, según Guadalajara, hay que remontarse al comienzo de los tiempos, cuando el hombre tuvo la necesidad de encontrar algún tipo de cobijo y se sirvió de oquedades naturales en las que edificó pequeños muros de piedra para resguardarse del viento (los refugios y parideras). Sin embargo, después tuvo que construir sus propias estructuras para no depender de la roca y los chozos son el ejemplo de construcción en piedra seca con hiladas con cierta inclinación hacia dentro para dar estabilidad a la estructura, siendo sus antecedentes la arquitectura megalítica o las pirámides de Egipto que siguen las mismas leyes físicas aunque estas no eran soluciones habitacionales sino templos de carácter religioso.

Entre sus valores, el investigador destaca su impermeabilidad gracias a dos paredes interiores unidas con barro que impiden la entrada del agua, su carácter antisísmico —los movimientos de tierra moderados reajustan las piedras unas sobre otras y les dan más estabilidad, algo que también favorece su planta redonda— e incluso alguna antiincendios como el Horno de Miera de Alcantud, provisto de dos falsas cúpulas, una por fuera de piedra y otra por dentro de barro y teja que aguantaba que se encendiera leña dentro.

Chozo Villaconejos de Trabaque

Chozo de las Eras en Villaconejos de Trabaque. Foto de Alcarria Es Más.

Entre las “honrosas excepciones” que contravienen las citadas leyes de la física, cita dos bombos de Villaconejos de Trabaque, el del Tío Silverio, de planta rectangular con dos entradas y el Chozo de las Eras de planta y recinto cuadrangular. En el caso del segundo, Guadalajara muestra que se trata de una construcción adosada a un talud (terraplén), por lo que su interior está inclinado y se sostiene gracias a una bóveda de crucería elaborada con toba caliza llevada desde varios kilómetros de distancia, más fácil de cortar y aligerando la falsa cúpula, muy importante para la estabilidad. Asimismo, el cuadrado se van redondeando por las esquinas cerca de la cúspide hasta acabar en un círculo. Dado que esta técnica se utilizó para cubrir en el Mausoleo de Llanes en Albendea y la villa romana de Noheda es de la misma época tardorromana y con similar planta cuadrada trilobulada, su hipótesis es que al famoso mosaico también lo cubría una falsa cúpula de toba caliza pues en las excavaciones aparecieron bastante metros cúbicos de ese material.

Además, Guadalajara destaca la importancia de estos bombos como patrimonio etnográfico que pertenecía a pequeños propietarios de minifundios en agricultura de subsistencia. Eran refugios para descansar y pasar alguna noche mientras trabajaban en el campo aunque algunos tenían pesebres para caballerías y para todo tipo de tareas agroganaderas, llegando incluso a ser una solución habitacional. En la Alcarria conquense se hallan además buenos ejemplos de su relación con la ganadería, como el cuco de Castejón edificado por el pastor junto a la paridera de animales excavada en la roca en lo que probablemente fuera un antiguo eremitorio por las cruces y símbolos de las paredes. El profesor añade que en un chozo de Olmedilla del Campo se encontraron restos de panales y colmenas, por lo que sería utilizado por algún apicultor, mientras que otro de Carrascosa del Campo conocido como Corral del Llano se asociaba a un recinto ganadero y ahora está horadado por conejos y sus depredadores (rapaces, culebras) por lo que considera que estas edificaciones suponen un microecosistema dentro del general hallando restos de animales (roedores, avispas, caracoles, escolopendras, mochuelos, etc).

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