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27
abril
2020

DESPOBLACIÓN

"No puede haber pueblos sin gente ni gente sin pueblos. Nos retrotraen a la infancia, nos la devuelven. En ellos se encuentran las respuestas. No podemos dejar que se pierdan"

El periodista Denis Escudero publica el libro 'La España que abandonamos' que rescata "voces olvidadas" de ocho pueblos con pocos habitantes, entre ellos Portalrubio de Guadamejud, en la Alcarria conquense

Para el autor, este municipio ejemplifica a tantos “abandonados a su suerte durante décadas” pero que todavía hoy se niegan a desaparecer, realizando "un ejercicio de resistencia casi enternecedor”

Denis Escudero en Portalrubio

El periodista Denis Escudero durante su visita a Portalrubio para recoger testimonios. Foto: Pedro Rolán

Mónica Raspal Jorquera

“Queremos la alegría de la juventud”. Esta “durísima” frase era uno de los carteles que colgaba en los barrotes de hierro de una casa abandonada de Portalrubio de Guadamejud que simulaba ser un colegio, con figuras de niños en la puerta, una vieja máquina de escribir Olivetti y dos pupitres. Y fue uno de los motivos que impulsó al periodista Denis Escudero Muñoz a escribir el libro ‘La España que abandonamos’, pues cree que evidencia lo que más necesitan los pueblos, el futuro ligado a la juventud. Según ha explicado a esta redacción, la idea de esta obra que pronto verá la luz surgió hace más de dos años, cuando propuso, junto a su compañera Marta Márquez, recorrer España en busca de pueblos donde viviesen menos de 20 personas para el programa de Televisión Española ‘Aquí la Tierra’ en el que trabaja.

La España que abandonamos

“He conocido a mucha gente ansiosa de contar la historia de su pueblo y la suya propia. Voces que durante muchos años han estado olvidadas, dejadas de lado...pensé que recopilar algunas de ellas en un libro era una buena forma de hacerles algo de justicia”, señala. Y así lo hizo junto a su amigo y fotógrafo Pedro Rolán, quien documentó gráficamente las vivencias durante los seis días en los que recorrieron más de 2.200 kilómetros para escuchar y dar voz a los vecinos que quisieron atenderles en los ocho pueblos de distintos puntos de la geografía a los que dedica cada uno de sus capítulos: Trevejo (Cáceres), Portalrubio de Guadamejud (Cuenca), La Estrella (Teruel), Jánovas (Huesca), Castillonuevo (Navarra), Villarroya (La Rioja), Valtajeros (Soria) y Jaramillo Quemado (Burgos).

"Esos pueblos todavía no se encuentran vacíos del todo por lo que referirse a ellos como vaciados es poner el acento solo en las personas que se fueron, dejando de lado a las pocas que se quedaron"

Escudero aclara que algunos los conocía por haber grabado en ellos para ‘Aquí la Tierra’ y sobre otros había leído y quería visitarlos, intentando que no hubiera dos de la misma provincia para “abarcar un campo mayor y ofrecer una visión más global”. Entre los primeros se encuentra el único conquense, Portalrubio de Guadamejud, que ya tenía “fichado” tras su visita previa con la idea “clarísima” de que apareciera en la obra (ver Portalrubio Es Más, 29 de marzo de 2019). “Me llamó la atención el esfuerzo que tanto los vecinos como la Corporación Municipal llevaban años haciendo para que el lugar no cayese en el olvido, para que no se vaciase, para que no muriese. El 'Mural contra la Despoblación' en el Ayuntamiento, el 'Árbol de las Estacione', las figuras simulando vecinos y antiguos oficios...quería conocerlo de primera mano”, añade. Para el reportero, este pequeño municipio “ejemplifica a la perfección” a esos pueblos “abandonados a su suerte durante décadas”, pero que todavía hoy se niegan a desaparecer, realizando "un ejercicio de resistencia casi enternecedor”. Así, su presencia en este libro es la manera de aportar su granito de arena para que su historia y la situación de sus habitantes sea conocida por todos aquellos que se animen a leerlo.

Portalrubio cartel

Cartel colgado por los vecinos de Portalrubio como parte de su 'Taller por la repoblación'.

Aunque las circunstancias de las ocho localidades son muy similares por estar poco pobladas, también ha encontrado diferencias notorias. En el caso de Jaramillo Quemado (Burgos), Castillonuevo (Navarra) o Trevejo (Cáceres) se encuentran en un estado de conservación “excelente”, muy cuidado, la última incluso con varias casas y apartamentos rurales y catalogada como de Interés Turístico pese a tener solo 9 habitantes. Sin embargo, hay otras como Jánovas (Huesca) que fue destruida para construir un embalse que finalmente no se realizó y ahora la están reconstruyendo con sus propias manos los vecinos.

En el prólogo de la obra, Escudero expone por qué elude utilizar en ella los términos ‘España vacía’ o ‘España vaciada’. Pese a reconocer lo mucho que estos han hecho por visibilizar el problema, no le parecen “del todo acertados” pues esos pueblos todavía no se encuentran vacíos del todo y considera que referirse a ellos como vaciados es poner el acento solo en las personas que se fueron, dejando de lado a las pocas que se quedaron. “Ni siquiera podemos llamarla ‘España procrastinada’, porque ni se le aplazó ni se la pospuso. Sencillamente se le defenestró, se le dejó olvidada. Por eso creo que lo más correcto es llamarla la España abandonada”, subraya.

"La mayor cuota de responsabilidad recae en los políticos. A estos lugares les envolvió un mutismo sepulcral. Hubo un mirar hacia otro lado y un silencio administrativo, oficial y político escandaloso”

Sin embargo, el título en primera persona del plural apela a la responsabilidad general, de todos. De hecho, el periodista asegura que muchos de los que en su día se fueron en busca de un futuro mejor se sienten todavía culpables, pero también reconocen que si volvieran atrás tomarían la misma decisión porque las circunstancias eran las que eran. En cuanto a los que se quedaron, saben que hicieron lo que pudieron por mantener vivo al municipio, pero matiza que siempre flota en el aire la sensación de que ellos mismos se hicieron de menos, de que por el mero hecho de no haber emigrado a la ciudad valían menos que los que sí lo hicieron. Por supuesto, Escudero cree que la mayor cuota de responsabilidad recae en los políticos. “A estos lugares les envolvió un mutismo sepulcral. Aquí hubo un mirar hacia otro lado y un silencio administrativo, oficial y político escandaloso”, afirma.

La España que abandonamos

La única duda que queda por resolver es si ya es tarde para hacer algo por estos lugares. Según los testimonios recogidos por el autor, muchos piensan que sí, que es mejor darlos por perdidos y dejarlos marchar cuando les toque, pero en su opinión todavía se puede luchar más, mucho más, pues “aunque el camino por recorrer es largo, para nada imposible”. En cuanto a posibles soluciones, a su juicio el primer paso sería “salir del cortoplacismo político” en el que está instalado el país desde hace décadas y sustituirlo por fin por una “visión de futuro” respecto a estos municipios. Citando a uno de los alcaldes que ha entrevistado, insiste en que los políticos deberían pensar “no en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones, algo que hasta ahora, por norma general, no han hecho".

En el libro, Escudero hace referencia a la repoblación en las Tierras Altas de Escocia —que en 50 años han aumentado la población de las zonas rurales en un 22% (ver Alcarria Es Más, 4 de octubre de 2017)— como ejemplo de que “si se quiere, se puede, pero hay que querer”. Para el reportero, con la irrupción en el panorama político nacional de la plataforma ‘Teruel Existe’ parece que la preocupación sobre este tema ha pasado de los bares y bancos de las plazas de los pueblos al Congreso, lo que espera signifique “un antes y un después” y que las medidas para salvarles no se queden solo en buenas palabras, sino en "hechos concisos y certeros". Y es que opina que en el ambiente sigue sobrevolando la sensación de que respecto a esta cuestión “se hace muy poco y se habla demasiado”, como si fuera “una patata caliente” que durante años se han ido pasando de unos a otros hasta que ha explotado o está a punto de hacerlo. Y ahora “hay que tomar medidas urgentes y, sobretodo, acertadas” porque “el futuro de estos pueblos se decide en la próxima década”.

"La obra es una puerta abierta a la esperanza, no un libro catastrofista y negativo, sino un libro denuncia, una llamada de atención ante la situación que viven estos pueblos como muestra representativa de la multitud que hay en el país"

En uno de los capítulos del libro varios vecinos aportan su punto de vista respecto a la despoblación y al incipiente retorno al mundo rural como un tema que se ha puesto “de moda”, definición que Escudero tampoco comparte porque opina que ni es novedoso, ni ha surgido de manera repentina, ni va a desaparecer cuando pase un tiempo. Por el contrario, remarca que el país lleva casi 60 años sufriendo esta “lacra”, aunque casi nadie se haya hecho eco de la situación hasta hace relativamente poco. Asimismo, tiene la certeza de que cada vez se va a hablar más de un asunto que “ha venido para quedarse”. En cuanto al futuro de las localidades que aparecen en la obra, analizándolo con la cabeza, cree que algunas estarán deshabitadas en una o dos décadas pero haciéndolo con el corazón mantiene la esperanza de que las ocho consigan sobrevivir muchos años y no desaparezcan.

La España que abandonamos

Perfil de Facebook del libro 'La España que abandonamos', próximamente a la venta.

Y es que ‘La España que abandonamos’ quiere ser "una puerta abierta a la esperanza", no un libro catastrofista, negativo, con un aire melancólico y deprimente, sino lo que su escritor cataloga como “libro denuncia”, una llamada de atención ante la situación que viven estos pueblos como muestra representativa de la multitud que hay por todo el país. Con datos y hechos de su realidad “tal y como es” contada por sus propios vecinos que son quienes saben del tema, "los que se tuvieron que marchar y han vuelto, o quieren hacerlo, o querrían hacerlo...y los que se quedaron".

Escribir esta obra también ha impactado en él de forma personal pues, dado que siempre ha vivido en zonas con mucha población, conocer en profundidad la vida y la realidad de estos pueblos que sobreviven con muy pocos habitantes ha cambiado completamente su concepción vital al ver el amor que tienen por su hogar, por su tierra. En ellos ha conocido a “gente maravillosa” que le ha tratado "como a un amigo, hijo o nieto", que le ha abierto las puertas de sus casas y de sus corazones y ha sentido que allí todos “volvemos a ser un poco personas", recuperando esa humanidad que se ha perdido en las ciudades. “Si algo me ha enseñado este viaje es que no puede haber pueblos sin gente ni gente sin pueblos. Los pueblos nos retrotraen a la infancia, nos la devuelven. En ellos se encuentran las respuestas: quienes fuimos, quienes somos y quienes seremos. No podemos dejar que se pierdan”, apunta.

Más información en sus perfiles de Facebook, Twitter e Instagram.

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